jueves, 1 de marzo de 2018

Cuando Ricardo Darín fue presidente (Josue Mirena Gonzalez Ruiz)

Por las calles de Cannes, este bonaerense se mueve con mucha más tranquilidad que en su querida ciudad natal. Por supuesto, lo siguen reconociendo cuando alguna admiradora española, de repente, se acerca a confesarle su amor, aun sin darse cuenta de que al lado está Florencia Bas, su esposa. No lo acompaña ningún guardaespaldas y él mismo carga sus propias maletas, sin esperar trato especial. Esa misma naturalidad, sin aires de grandeza, también es el punto en común de los personajes que lo han hecho tan famoso en el cine. En una sala privada del último piso del francés Palais des Festivals, Darín nos habla sobre su familia, debatiendo al mismo tiempo sobre política y la difícil unión latinoamericana.

VANIDADES ¿Tus hijos sienten la presión de tu fama?
RICARDO DARÍN No, son fantásticos. Hace poco fue el cumpleaños de mi hija, de Clara. Cumplió 24 años y yo creo que es la primera vez que no estoy a su lado en su día. Acostumbrada, entendió las razones por las que debía estar acá (en Cannes), pero no quiere decir que no me pese. Mi hijo (Chino Darín), también es increíble. Él ha decidido seguir el mismo camino como actor, pero con sus propias herramientas. Estoy orgulloso porque lo veo crecer día a día.

VA ¿Alguna vez sentiste el peso de llevar el apellido Darín, tomando en cuenta que tus padres también eran actores?
RD Nunca sentí mucha responsabilidad. Yo soy bastante irresponsable. No he sido jamás demasiado consciente de nada, hasta ahora que tengo la cantidad de años adecuada como para mirar para atrás. He sentido el compromiso de hacer las cosas lo mejor posible y abrazar el oficio de mis padres. Eso me da mucho orgullo y yo sé que a ellos también se los ha generado.

VA ¿Crees que Hollywood sea llegar a la cumbre como actor?
RD Yo no lo veo así. Entiendo a los actores de habla hispana que tienen como meta trabajar en Hollywood. Me parece muy bien y les deseo lo mejor, pero yo… yo creo que no hay ninguna herramienta más importante para el actor que el pensamiento y es muy difícil hacerlo en un idioma que no sea el natal, el de tu familia. Algunos lo consiguen y lo hacen muy bien, han logrado engañarnos y los felicito. A mí no me sale con tanta facilidad.

VA ¿Ni siquiera pensaste en trabajar en Miami, como la capital cultural de Latinoamérica en el norte del continente?
RD No lo creo. Miami tiene un filirteo permanente con Estados Unidos, con el gringo. Para nosotros, para la gente del Sur de Latinoamérica, Miami no es precisamente una capital cultural. No lo sentimos así.

VA ¿Cuándo viviste en España, sentiste alguna diferencia?
RD La relación entre España y Argentina cultural y sanguínea es tan fuerte, tan profunda y de tan larga data que ni siquiera nosotros tenemos claro cómo funciona. Tuve la oportunidad de vivir mucho tiempo en España, básicamente en Madrid, Valencia, Barcelona, Bilbao, San Sebastián, es decir, en distintos lugares. Y lo que más me gustó de allá es la gente y, contrario a lo que los españoles creen de sí mismos, la educación y el respeto que sienten por los demás… salvo los contados casos de irrespetuosos. Y esos no tienen nacionalidad, esos se encuentran en todas partes del mundo.

VA ¿Crees que sea posible unir a todos los países de Latinoamérica, como sugiere La cordillera, o existe una falsa hermandad donde cada quién ve por sus intereses?
RD Creo que se refleja en la tan buscada fraternidad latinoamericana, para transformar a la región en algo mucho más poderoso y que desde ahí se pueda negociar, discutir, conectar con el resto del mundo. Es una ambición muy buscada, una gran esperanza desde tiempo inmemorial, pero también es cierto que las democracias latinas son muy jóvenes. No ha transcurrido el tiempo necesario como para que las heridas cicatricen. Pienso que cuando el tiempo haga su trabajo, nos daremos cuenta que nuestra mejor opción es que esa tan mentada fraternidad deje de ser una metáfora y se convierta en una realidad. El cine hace mucho en ese sentido. La cultura va mostrando un posible camino y los pueblos vamos acomodándonos en función de eso. Pero todavía siguen las rivalidades deportivas, que deberían ser la parte humorística. Aunque a veces se mezclan las cosas y no ayudan a borrar esas fronteras, sino a profundizarlas.

VA ¿Qué tan importante es para un artista no callarse, ni ser cómplice de los políticos de turno?
RD Es muy difícil. Yo creo que el arte, la cultura, lo mismo que el periodismo deben tener siempre un ojo crítico. Hay que estar atentos de cuáles son las cosas en las que podemos caer engañados. Lo más difícil es encontrar ese punto. Tener una libre opinión independiente sería ideal, no estar intoxicado de ninguna tendencia, o sí, pero separar lo que es tu trabajo específico de lo que es tu cara visible en la sociedad para poder decir lo que realmente piensas. En algunos lugares es bastante difícil, por lo menos incómodo, por no decir peligroso. Hay gente que ha dejado la vida por decir lo que piensa y eso está en el inconsciente colectivo.

VA ¿Haber interpretado como actor a un presidente en el cine, cambió en algo tu concepto de la política?
RD No sé ni cuál es mi concepto. La parte inteligente de tu pregunta es que, cuando los actores tenemos a cargo un rol nuevo, inédito, por lo general, por una cuestión de investigación o de proximidad o por el simple hecho de tener que jugar a creernos que tenemos ese rol durante un lapso, ocurre que uno, al estar a cargo de un papel, tiende a ser un poco más amplio en términos de comprensión respecto a otros similares.

VA ¿Qué cambiarías si fueras presidente?
RD Yo no soy de creer que una sola persona pueda cambiar algo. No creo que sea así. Yo creo que es justo al revés. Creo que los políticos, funcionarios, la gente que en verdad decide nuestro futuro, nos guste o no, surgen de nosotros mismos. Es un trabajo de decantación. De ahí es que confiemos tanto en la democracia y que estemos dispuestos a aceptar las reglas del juego. Es decir, aunque no simpaticemos con quien gane, estamos dispuestos a aceptar las reglas y vamos a seguirlo y a apoyarlo para que las cosas salgan bien.

VA ¿Te gustaría modificar algo en particular?
RD Yo creo, como en el cine, en los equipos de trabajo. Cuando muchos corazones, cabezas y miradas están puestos en un mismo objetivo, la cosa se refuerza y tenemos más posibilidad de notar cuáles son los errores y modificarlos, y en el caso de la política, que atiende al bien común, supongo que todo eso estará mucho más enfocado. Si pudiera fantasear, tengo una lista de cosas que haría. Y si me dijeran: “No, solo una y después vemos”, reuniría un equipo… sé que es un poco demagogo lo que voy a decir, pero trataría que lográramos que no haya gente durmiendo en las calles. Como primera medida, para empezar a recuperar la dignidad perdida.

VA ¿Es posible ser político y dar la impresión de ser una persona honesta…aunque no lo sea?
RD Es lo que todos ellos pretenden: tener contacto con la gente, ser creíbles, demostrar que saben lo que quieren, pero que, al mismo tiempo, están abiertos a escuchar las demandas y satisfacer las necesidades del pueblo. Creo que es un cliché histórico. Por lo general, los políticos van buscando un perfil, y creo que (el personaje de) Hernán Blanco no se escapa de eso. Se trata de un hombre que viene del interior de la Argentina, pasando por una intendencia de cierta localidad, para luego ser gobernador de su provincia; y lo que sí se nota, por lo menos para nosotros, es que no está respaldado por uno de los tradicionales partidos históricos. Es alguien quien cuando empieza esta historia, no lleva más de seis meses en el poder. Nos hace suponer que está realmente atento y preocupado.

VA ¿La película se inclina en la tendencia donde surgen presidentes que no pertenencen a un partido político tradicional?
RD Es probable que esté equivocado, pero considero que algo ocurre con el sistema político universal que ha mostrado una abertura estrecha, la cual algunos han sabido leer muy bien. Esas personas son extrapolíticas, o sea, existen fuera de dichas esferas, conocen las coordenadas adecuadas y entienden que ahí hay un espacio donde el ciudadano común puede acercarse más a las instancias de poder. De hecho, hay funcionarios públicos quienes no han tenido carreras políticas. ¿Por qué voy a sospechar yo que un odontólogo no tenga la misma capacidad de un diputado para entender cuáles son las necesidades de la gente? Sin embargo, nosotros, acostumbrados a prejuzgar, diríamos: “Pero es un odontólogo, ¿qué puede saber de política?”. Hay una dualidad en nuestra percepción, es decir, desconfiamos del sistema, aunque, al mismo tiempo, si no está dentro también dudamos. O sea, desconfiamos de todo.

 

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Josue Gonzalez Ruiz

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