martes, 20 de marzo de 2018

Reinas de la noche y del escándalo (Josue Mirena Gonzalez Ruiz)

Hollywood comenzó a producir escándalos en 1912, cuando dejó de ser un pequeño pueblo apacible en las afueras de Los Ángeles, para convertirse en la fábrica de sueños del mundo. Desde entonces los titulares amarillistas de los diarios cubrían toda clase de fechorías, desde las acusaciones de violación contra el comediante Fatty Arbuckle, hasta la muerte, aun envuelta en el misterio, del director de cine William Desmond Taylor en la década de los 20.

Entonces el escándalo arruinó carreras y truncó muchas vidas. Aunque hoy nos parezca increíble, en los años 60 Elizabeth Taylor, la gran dama del cine mundial, fue condenada por el Vaticano por “negligencia erótica” debido a su relación ilícita con Richard Burton, su coestrella en Cleopatra, con quien más tarde se casó con todas las de la ley en dos ocasiones separadas.

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Por su parte, el caso de Ingrid Bergman llegó hasta el Senado —sí, ¡el Senado!— de los Estados Unidos, donde fue denunciada como una persona inmoral. Esto se debió a que durante el rodaje del filme Stromboli, Bergman, quien entonces estaba casada con el dentista sueco Peter Lindstrom, quedó embarazada del director de la cinta, el playboy italiano Roberto Rossellini. Inmediatamente la bella actriz sueca se convirtió en persona no grata en los Estados Unidos, donde se le retiró la alfombra de “Bienvenida”. No fue hasta 1972 que recibió una disculpa en el Senado y le fue permitida la entrada de nuevo al país.

Está claro que hasta el susurro de un escándalo era capaz de arruinar la carrera más brillante. Era por eso que los estudios de cine pagaban fuertes sumas para mantener las indiscreciones y los pecadillos sexuales de las estrellas en el más absoluto secreto. Pero eso era entonces, porque hoy día la historia es muy diferente…

El escándalo paga

¡Bienvenida al siglo XXI! En la actualidad son muy pocos los famosos que huyen de los titulares sensacionalistas. Por el contrario, los más alocados ya no se quedan ocultos en el fondo del clóset, sino que pasean desfachatadamente a la luz pública y hasta ganan millones de seguidores en los sitios sociales.

Es por eso que algunas estrellas cultivan el escándalo como una lucrativa flor o lo manejan como una estrategia de mercadeo. Como en los casos que presentamos a continuación, que demuestran que, cuando se trata de las celebridades, no existe la mala publicidad.

Madonna: la gran manipuladora

Desde que entonó las primeras notas de Like a Virgin en la década de los 80, Madonna Louise Ciccone dejó de ser una cantante más para convertirse en una “provocadora cultural” que sembraba el terror en los corazones conservadores.Con sus atuendos que dejaban ver sus sexies prendas íntimas (que a veces llevaba fuera de la ropa) y adornada con cruces y rosarios, para muchos Madonna era, literalmente, la estampa de la herejía.

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Atrevida, sexual y hasta grosera en ocasiones, la estrella transformó el escándalo en el oro de los famosos: la publicidad. ¿Qué hizo en 1990 cuando los encargados de la censura prohibieron la transmisión del video de su canción sadomasoquista Justify My Love en la TV? Ella lo puso en el mercado y lo convirtió en un best seller instantáneo. Acto seguido escandalizó al mundo editorial con el libro Sex, donde aparecía en múltiples posiciones eróticas con múltiples personas. Y para demostrar su irreverencia ante lo sagrado, en el 2006 invitó al papa Benedicto XVI y a otros miembros del Vaticano a un concierto en Italia (está de más decir que la invitación no fue aceptada).

Desde sus comienzos artísticos, Madonna supo que la clave del éxito, al menos para ella, no estaba en evitar el escándalo, sino por el contrario en provocarlo. De esta manera no solo se convirtió en un ícono mundial, sino que “liberó” a otras estrellas que descubrieron el poder del escándalo para impulsar sus carreras.

Kim Kardashian: la ley del deseo

En febrero de 2007, un video casero de Kim Kardashian teniendo sexo con su novio, el cantante Ray J, salió misteriosamente a la luz pública. Después que Vivid Entertainment compró los derechos de la erótica “obra” y la lanzó al mercado, Kim se declaró indignada y demandó a esa compañía, exigiéndole que le devolviera los derechos del video. Pero ese mismo año, la supercurvilínea estrella retiró la demanda y llegó a un  arreglo con la compañía por 5 millones de dólares, una suma capaz de aliviar cualquier indignación.

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Apenas seis meses después del escándalo, el programa de TV Keeping Up with the Kardashians debutó en la TV… y el resto es historia. ¿Fue Kim víctima de un destape involuntario… o planeó lo que algunos llaman un brillante ardid publicitario? Persisten los rumores de que fue la propia Kim quien “sacó el video para las masas”. Pero de cualquier manera, “Doble K” supo aprovechar muy bien el escándalo y convertirlo en un trampolín a la fama. Y quizás para asegurarse de que el público permanece en sintonía, desde entonces la familia Kardashian ha estado involucrada en más de 20 escándalos, entre ellos el matrimonio de 71 días de Kim con el basquetbolista Kris Humphries. También la cantante Amber Rose la acusó de tener relaciones con Kanye West, el actual esposo de Kim, cuando el rapero todavía era su novio.

Tori Spelling: la madre de las tribulaciones

La relación de Tori Spelling con Dean McDermott comenzó con un escándalo. La estrella de Beverly Hills 90210, la famosa serie de la televisión de los años 90, conoció al hasta entonces desconocido actor durante el rodaje de un filme para la TV y tuvo un affair con él estando casada con Charlie Shanian. En el 2007, ella se divorció de Shanian para, un mes más tarde, casarse con Dean McDermott. A partir de ese momento, la actriz se transformó en la santa patrona de las esposas sufridas, pues la infidelidad en serie y la lucha contra la adicción al sexo de McDermott han sido ampliamente difundidas por la TV en más de un programa de reality, desde So Notorious hasta Tori & Dean: Home Sweet Hollywood.

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Tori, además, ha escrito varios libros, entre ellos el revelador sTORI Telling. En otras palabras: ella ha convertido su drama personal en una exitosa carrera. Para sacarle aún más jugo al limón, la pareja hasta ha realizado terapia de pareja en la TV. En el 2015, Tori se conectó a un detector de mentiras en el programa Celebrity Lie Detector para, una vez más, exponer su larga cadena de sufrimientos matrimoniales a la luz pública. ¡Eso es lo que significa hacer del limón una lucrativa limonada!

LeAnn Rimes, Eddie Cibrian y Brandi Glanville: los reyes del drama

Hasta el momento en que estalló el escándalo, LeAnn era una cantante de música country famosa entre los fans de ese género; Eddie era un actor de mediana popularidad y la esposa de él, Brandi, era una modelo casi desconocida por el gran público.

Pero todo cambió cuando se reveló que la angelical LeAnn, quien comenzó su carrera en la infancia y estaba casada con el bailarín Dean Sheremet, tuvo un romance con Eddie, su coestrella en la película para la televisión Northern Lights. En ese momento entró en escena Brandi, la esposa ofendida, quien públicamente le declaró la guerra a LeAnn y acusó al enamoradizo Eddie de ser un infiel en serie.

De repente, el corrosivo triángulo amoroso se convirtió en la comidilla del momento y todos los días aparecía un nuevo capítulo de la saga: “¿Perderá Eddie la custodia de sus hijos con Brandi?”, “¡De última hora! ¡Lo que sucedió cuando Brandi y LeAnn se encontraron cara a cara!”.

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LeAnn y Eddie dejaron a sus respectivos esposos y se casaron en el 2011. Y como era de esperarse, en el 2014 la pareja aprovechó el escándalo y aceptó protagonizar Eddie & LeAnn, su propio show de reality en el que, de acuerdo con LeAnn, “queremos demostrar a la gente quiénes somos realmente”. Y eso hicieron durante un año, en el cual probaron que, sin escándalo, LeAnn y Eddie son muy aburridos. El programa fue cancelado en el 2015 por falta de rating.

Por su parte, en el 2011 Brandi entró a formar parte del programa de reality The Real Wives of Beverly Hills, que recoge las aventuras de las esposas de los famosos, y en el 2014 participó en la séptima temporada de The Celebrity Apprentice, la competencia de donde fue “despedida” (con la famosa frase: You’re fired!) por el actual presidente de Estados Unidos Donald Trump. Sin duda, cada uno de los participantes en este candente drama supo aprovechar las oportunidades que les ofreció el escándalo.

Miley Cyrus: el glamour del desenfreno

Actualmente, ninguna estrella desconoce el poder de un escándalo para elevar su visibilidad o, en algunos casos, para darle “credibilidad”. Como en el caso de Miley Cyrus, quien de ser la dulce y virginal Hannah Montana de la serie de televisión del mismo nombre, e ídolo de millones de adolescentes… se convirtió en una provocadora sexual capaz de hacer ruborizar a la mismísima Madonna.

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Casi es posible reconstruir los procesos mentales de Miley: “¿Cómo puedo borrar de un golpe la imagen de niña buena que me dejó la serie de Disney?”. La respuesta a esta pregunta no se hizo esperar: después de terminar su romance con Liam Hemsworth, Miley se declaró pansexual y, con la lengua expuesta como una caricatura de lascivia, se convirtió en la reina del twerking y de las posturas sexuales inapropiadas sobre el escenario.

Por supuesto, al menos entre los adolescentes y los millennials sus acciones subieron como la espuma en la bolsa de valores de la fama. Y una vez más quedó claro que, al menos para quienes son celebridades, el escándalo sí paga.

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Josue Gonzalez Ruiz

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