Héctor Noguera está celebrando. Nada menos que 80 años de vida, cumplidos el 8 de julio, y seis décadas de carrera. Y lo está haciendo como corresponde a un ser humano imparable como él: arriba del escenario, encarnando a un anciano con Alzheimer en la obra El padre, que agotó su primera temporada y estará en cartelera en el Teatro UC hasta el 5 de agosto.
Pero este señor de ojos azules es mucho más que un buen actor. Entre sus facetas se cuentan las de director, docente, fundador y director del Teatro Camino, productor, decano de la facultad de artes de la Universidad Mayor y, lo que no es menor, cabeza de una familia ligada al arte.
En 2015 su carrera fue premiada con el Premio Nacional de Artes, reconocimiento que se sumó a la condecoración como Comendador de las Artes y de las Letras (Francia), es rostro de comerciales y aún se le considera uno de los hombres públicos más guapos de Chile. Pero él sigue siendo el mismo de siempre: cercano, sencillo y olvidadizo.
“Agradezco los reconocimientos a mi carrera y los halagos y piropos a mi persona. Pero no me puedo quedar en ese espacio de comodidad, no sería bueno ni para la vida ni para mí como actor. Además, no tengo comprado nada, tengo miedos e incertezas como todos”, enfatiza.
Los 80 años lo encontraron en plena actividad y, como confidencia, no tiene pensado detenerse. “Tengo ganas de hacer, de seguir”, reconoce con una mirada traviesa.
¿Imaginabas así tus 80 años?
En realidad es una sorpresa, porque uno siempre piensa que a los 80 no va estar vivo o va a estar en la casa con un chalcito en las piernas, con una tacita de té en la mano, mirando tele. Veo que no es así, que tengo el privilegio de estar con ganas de trabajar. No solo es estar con las facultades despiertas, sino también es tener el impulso de seguir entre los vivos, de hacer lo que siempre he hecho y sintiendo que aún tengo mucho cuento que contar. Quiero seguir en el teatro, la docencia, el cine y la TV un ratito más.
¿Y cómo están las ganas?
Tengo más que nunca, tengo proyectos a mucho más largo plazo que antes, cuando mis proyectos eran la próxima obra, la próxima película o la próxima teleserie. Tengo el privilegio de que mi trabajo es el teatro, y para hacerlo no hay límites de años. Hay otras profesiones, como la danza o los deportes, que no se pueden realizar a cierta edad, aunque la persona tenga la energía para hacerlo, y un médico no puede seguir operando si le tiembla la mano. En las artes uno puede continuar, y un proyecto provoca el siguiente, todo es un gran proceso. Entonces, uno no se queda en lo que se llama fracaso ni en lo que se llama éxito, porque es parte de un camino.
Pero acabas de tener un gran éxito innegable: El padre. La crítica te aplaudió y por eso volvió a la cartelera.
El padre no es un logro personal, uno sabe, a estas alturas que el teatro es un trabajo de equipo. Uno no se arroga lo que no corresponde. Con otros actores el resultado habría sido distinto, cualquier factor cambia todo. No se cumple eso de que “el orden de los factores no altera el producto”, en la vida no es así, el orden de los factores es el producto. Por eso las críticas buenas las tomo con tranquilidad y las celebro, sé los límites de las cosas.
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Josue Gonzalez Ruiz
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