El año pasado, en medio de un partido en la final de Wimbledon, las cámaras captaron a Irina Shayk secándose algunas lágrimas mientras se percibía tensión entre la modelo y su novio, el actor Bradley Cooper. Los medios de comunicación estadounidenses publicaron que lo que tenía la top no era un disgusto, sino alergia al polen; pocos creyeron esa versión, pero la realidad es que actualmente, la pareja continúa unida y feliz.
A pesar de la unión y amor entre dos personas, es normal que ocurran situaciones que saquen de quicio. Sucede en todas las familias, pero en diferentes grados, “el secreto está en cómo se controlan esos altercados para que no sean trascendentales”, explica Sofía Reyes, consejera matrimonial. A nadie le gusta encontrarse con un choque de ideas; sin embargo, en las relaciones hay que reconocer sentimientos y admitir impulsos para salir adelante en cualquier disputa. “Los pleitos también tienen una parte positiva, ya que son una excelente oportunidad para trabajar la manera en la que dos personas se comunican”, asegura la especialista.
La ventaja de discutir
Es normal que en temas de amor el fin sea estar en paz y armonía, pero de acuerdo con la experta, el enojo acumulado o reprimir los sentimientos negativos termina con la confianza. Ignorar los conflictos a la larga genera distanciamiento y apatía. El que una pareja omita peleas no habla de una relación sana al ciento por ciento, “en algunos casos, eso indica falta de comunicación”, añade Reyes.
En una discusión (sin faltas de respeto, claro) se intercambian opiniones y, según la consejera matrimonial, de algún modo son oportunidades para mejorar y trabajar la sinceridad, “conocer mejor al compañero de vida y, por supuesto, para tener una bonita reconciliación”.
Un estudio realizado en 2008 por la Universidad de Michigan, publicado en la revista Journal of Family Communication, también indica que las peleas pueden ser benéficas durante la vida en pareja, porque supone una oportunidad para que ambas personas expresen ideas, frustraciones, liberen todo tipo de emociones y, por lo tanto, tengan menos estrés, así como una mejor actitud.
Aprender a dialogar
Durante una conversación acalorada, la base está en tratar de conectar con la empatía y evadir la rivalidad: “Es común que en medio de un pleito el motivo que detonó la bomba se olvide y empiecen a salir otras cosas que no tienen nada que ver con el problema. Surgen reproches, gritos, malas formas de expresarse y se echan cosas en cara que no vienen al caso. El verdadero conflicto es cuando esto ocurre porque ambos se enfocan en tener la razón y no en resolver el inconveniente”, dice Reyes.
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Josue Gonzalez Ruiz
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